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lunes, 26 de septiembre de 2011

La opinión de Krugman sobre la crisis de Europa





Conversando y conversando con una amiga, quien cree en la humanidad y como tal en el cambio que todos podemos construir a partir de las modificaciones cotidianas en nuestra economía y la de nuestros países, me encendió otra vez y por esta semana con el tema económico. Aquí les dejo en versión inglés un corto análisis del Premio Nobel de Economía  para The New York Times. Les insto a hacer el esfuerzo de leer un poco sobre una moneda que es "niña aún" con apenas 12 años de existir (el euro)

Euro Zone Death Trip
Published: September 25, 2011

Is it possible to be both terrified and bored? That’s how I feel about the negotiations now under way over how to respond to Europe’s economic crisis, and I suspect other observers share the sentiment.

On one side, Europe’s situation is really, really scary: with countries that account for a third of the euro area’s economy now under speculative attack, the single currency’s very existence is being threatened — and a euro collapse could inflict vast damage on the world.

On the other side, European policy makers seem set to deliver more of the same. They’ll probably find a way to provide more credit to countries in trouble, which may or may not stave off imminent disaster. But they don’t seem at all ready to acknowledge a crucial fact — namely, that without more expansionary fiscal and monetary policies in Europe’s stronger economies, all of their rescue attempts will fail.

The story so far: The introduction of the euro in 1999 led to a vast boom in lending to Europe’s peripheral economies, because investors believed (wrongly) that the shared currency made Greek or Spanish debt just as safe as German debt. Contrary to what you often hear, this lending boom wasn’t mostly financing profligate government spending — Spain and Ireland actually ran budget surpluses on the eve of the crisis, and had low levels of debt. Instead, the inflows of money mainly fueled huge booms in private spending, especially on housing.

But when the lending boom abruptly ended, the result was both an economic and a fiscal crisis. Savage recessions drove down tax receipts, pushing budgets deep into the red; meanwhile, the cost of bank bailouts led to a sudden increase in public debt. And one result was a collapse of investor confidence in the peripheral nations’ bonds.

So now what? Europe’s answer has been to demand harsh fiscal austerity, especially sharp cuts in public spending, from troubled debtors, meanwhile providing stopgap financing until private-investor confidence returns. Can this strategy work?

Not for Greece, which actually was fiscally profligate during the good years, and owes more than it can plausibly repay. Probably not for Ireland and Portugal, which for different reasons also have heavy debt burdens. But given a favorable external environment — specifically, a strong overall European economy with moderate inflation — Spain, which even now has relatively low debt, and Italy, which has a high level of debt but surprisingly small deficits, could possibly pull it off.

Unfortunately, European policy makers seem determined to deny those debtors the environment they need.

Think of it this way: private demand in the debtor countries has plunged with the end of the debt-financed boom. Meanwhile, public-sector spending is also being sharply reduced by austerity programs. So where are jobs and growth supposed to come from? The answer has to be exports, mainly to other European countries.

But exports can’t boom if creditor countries are also implementing austerity policies, quite possibly pushing Europe as a whole back into recession.

Also, the debtor nations need to cut prices and costs relative to creditor countries like Germany, which wouldn’t be too hard if Germany had 3 or 4 percent inflation, allowing the debtors to gain ground simply by having low or zero inflation. But the European Central Bank has a deflationary bias — it made a terrible mistake by raising interest rates in 2008 just as the financial crisis was gathering strength, and showed that it has learned nothing by repeating that mistake this year.

As a result, the market now expects very low inflation in Germany — around 1 percent over the next five years — which implies significant deflation in the debtor nations. This will both deepen their slumps and increase the real burden of their debts, more or less ensuring that all rescue efforts will fail.

And I see no sign at all that European policy elites are ready to rethink their hard-money-and-austerity dogma.

Part of the problem may be that those policy elites have a selective historical memory. They love to talk about the German inflation of the early 1920s — a story that, as it happens, has no bearing on our current situation. Yet they almost never talk about a much more relevant example: the policies of Heinrich Brüning, Germany’s chancellor from 1930 to 1932, whose insistence on balancing budgets and preserving the gold standard made the Great Depression even worse in Germany than in the rest of Europe — setting the stage for you-know-what.

Now, I don’t expect anything that bad to happen in 21st-century Europe. But there is a very wide gap between what the euro needs to survive and what European leaders are willing to do, or even talk about doing. And given that gap, it’s hard to find reasons for optimism.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Palestina e Israel en Naciones Unidas

Era inevitable que la sección internacional de los medios de comunicación escrita del mundo tuvieran hoy sábado una noticia respecto a Palestina; sobretodo después del discurso de su presidente Manhoud Abbas, quien llamó a una posición definitiva de Naciones Unidas respecto a su independencia y reconocimiento.

Yo no espero con este "post" hacer análisis de una situación que tiene décadas de violencia continua, sistemática y que ha destruido tejido social, familiar y económico de una zona geográfica del mundo. Sin embargo y sin querer sustituir a los más conocedores y analistas cercanos, sí quiero traer a colación las palabras de Abbas en donde llama por un reconocimiento abierto de Palestina, por un proceso de Paz en paz ante su alterego: Israel.

Está demás mencionar que, el discurso generó ovaciones y entusiasmo entre diferentes grupos presentes, así como las conocidas posiciones de Israel y Estados Unidos al respecto, la movilización de contingentes a la frontera (en el caso del primero) y amenazas del segundo respecto al Comité de Seguridad de NNUU. o su solicitud por medio de carta a 31 países de rechazar el pedido palestino. De todo esto y entre tanto a rescatar, destacan dos cosas: que ambos representantes han manifestado su interés de negocias, aunque esto significan intereses y líneas diferentes (por supuesto); y que el pueblo palestino e israelí están cansado de más de medio siglo de confrontación en donde los países no han tenido posiciones claras al conflicto, excepto algunos cuantos y finalmente, el conflicto es mucho más complejo y enraizado de lo que algunos de este lado del Atlántico podemos pensar.

Si le interesa leer un par de espacios de análisis, quizá le interese visitar el blog http://israelen360.wordpress.com/ o bien los siguientes enlaces de periódicos: 




http://youtu.be/-TFn8fF17Pc

Un saludo, 
Eva en Mirada Mundial, Mirada de Insecto

martes, 13 de septiembre de 2011

La comida como inversión artículo del Der Spiegel

Ustedes saben, en este sitio privan ciertos temas: política, seguridad alimentaria, seguridad ciudadana, ambiente, desastres, migración y población principalmente. Es así como hoy nuevamente traemos a colación un artículo de otro sitio, de la revista alemana Der Spiegel http://www.spiegel.de/international/  y cuya traducción de la investigación ha sido publicada por el periódico español El País http://www.elpais.com/articulo/reportajes/hambre/cotiza/Bolsa/elpepusocdmg/20110904elpdmgrep_4/Tes

Conocido por muchos, en este setiembre 2011 llegamos a los 7 billones de personas. la distribución de la riqueza sigue siendo 80/20, es decir el 80% de la riqueza la maneja el 20% de los ricos del mundo. Aunque realmente estos números no valen cuando ya miras los datos de la Revista Forbes en donde se clasifican solo aquellos que manejan fortunas superiores a los mil millones de dólares. De los 10 más ricos 6 están en el continente Americano de estos 2 son Latinos, otros 2 están en Europa y  2 en la India. Sin embargo la fortuna del sujeto más rico del mundo se encuentra a lo largo y ancho dentro y fuera de México; sí su nombre es Carlos Slim y cuenta en su haber 74 mil millones de dolares. Seguido por Bill Gates quien tiene un 25% menos que este y en el tercer puesto Warren Buffet con un 33% menos que el primero en la lista.

Sí queridos lectores, realmente estamos haciendo las cosas de forma equivocada y seguimos sin detenernos a intentar invertir un poco en otros. Aún con problemas fiscales y de recaudación en países como estos Latinoamericanos (Guatemala solo recauda un 13,1%) Desde la crisis económica del 2008, el problema sostenido con la vivienda y el seguro social en Estados Unidos con una deudad que equivale al 97% de su PIB o los PIGS (Portugal, Italia e Irlanda, Grecia y España) con problemas económicos estructurales, altas tasas de desempleo y estados enfrentando grandes problemas con sus sociedades civiles a partir de la incapacidad de responder a la demanda por solución o respuesta coherente. 

Una vez dicho lo anterior el articulito, como reafirmación de la locura en la toma de decisiones, de lo que se juzga y camina en otros lares, lo que se nos escapa del mundo económico-comercial que afecta los mercados de bienes y servicios llámese oro, artículos suntuosos, semillas transgénicas, agricultura en general, ambiente, entre otros...


Sin más, les dejo con le mencionado tema, hasta el siguiente tema.


Eva, Mirada Mundial- Mirada de Insecto. 


H. KNAUP / M. SCHIESSL Y A. SEITH 04/09/2011


REPORTAJE: LA COMIDA COMO INVERSIÓN

El hambre cotiza en Bolsa

La sequía en los mercados financieros ha volcado a ciertos inversores en las materias primas. Fondos de alto riesgo y bancos influyen ahora en lo que vale el pan en Túnez, la harina en Kenia o el maíz en México. El Banco Mundial hace sonar la alarma por la explosión de los precios alimentarios



La sala en la que se reparte la comida del mundo parece cualquier cosa menos apetitosa. En la Bolsa de Chicago hay trozos de papel y vasos de cartón por todas partes, hombres sudorosos con chaquetas de colores chillones van de un lado a otro, gesticulan, gritan y se enzarzan en peleas por los contratos de semillas de soja, carne de cerdo o cereales.

      La noticia en otros webs

      Halima se pregunta qué pondrá hoy en la mesa familiar. La harina ha subido en Kenia un 100% en cinco meses
      Que los más pobres no puedan comer solo son "efectos colaterales" para un analista de materias primas
      Se exagera el impacto de los biocombustibles. Los cultivos para ellos solo representan el 6% de la cosecha de cereales
      "La gente pobre sufre cada vez más por el alza de precios alimentarios", advierte el presidente del Banco Mundial
      Aquí, en la sala de negociación de la mayor Bolsa de materias primas del mundo se decide sobre los precios de los alimentos, y con ellos sobre el destino de millones de personas. El hambre del planeta se organiza aquí, además de la riqueza de unos pocos.
      Para Alan Knuckman no hay mejor lugar en el mundo: "Esto es el capitalismo en estado puro", comenta este experto en materias primas, con una cara que se ilumina como la de un chiquillo; quizá porque nunca ha dejado de jugar. Hace 27 años que trabaja aquí. Al principio por cuenta de agencias intermediarias, pero pronto fundó la suya y ahora es analista en Agora Financials, una consultoría de inversiones en materias primas. "Estoy aquí para hacer dinero", comenta.
      Cómo lo haga le da igual. Para él no hay diferencia ninguna entre petróleo, plata y alimentos. "No creo en la política, sino en el mercado, que siempre tiene razón".
      ¿La escalada de los precios de los alimentos? Para él, son una simple expresión del juego de la oferta y la demanda. ¿Los especuladores? Son buenos para los mercados, porque predicen con antelación los acontecimientos. ¿Excesos especulativos? "No veo dónde", afirma.
      Esto último no deja de sorprender, porque en el mundo financiero nunca se ha producido tal volumen de inversión en las materias primas agrícolas. Solo en el último trimestre de 2010 se triplicó la inversión en comparación con los tres meses previos. El mercado posee una gran liquidez desde que los Estados trataron de sofocar la crisis financiera con enormes programas anticíclicos y paquetes de ayuda.
      El pan del mundo atrae a inversores a los que les interesan tan poco los cereales como, anteriormente, las empresas punto.com o las hipotecas subprime. Estamos hablando de fondos de pensiones que manejan cifras multimillonarias y de pequeños ahorradores que buscan nuevas oportunidades de inversión más seguras, o de bancos que ofrecen apuestas financieras al por mayor sobre fondos de inversión en productos agrícolas.
      El lado oscuro de todo esto es que, en paralelo al hambre de agroacciones, también suben los precios de los alimentos. Ya en marzo, la FAO anunció que se habían alcanzado nuevos récords en los precios, que superaron incluso los de la última gran crisis alimentaria de 2008. Según el Índice de Precios de los Alimentos de la FAO, el coste de los productos alimenticios experimentó un alza del 39% en el curso de un año. Los precios de los cereales subieron un 71%, al igual que los de los aceites y grasas destinados a la alimentación. El último índice publicado, en julio pasado, marcaba los 234 puntos, solo cuatro por debajo del récord histórico de febrero. "La época de los alimentos baratos se ha acabado", profetiza Knuckman.
      Para sus compatriotas estadounidenses, que destinan el 13% de la renta disponible a adquirir productos para la nutrición, puede que el alza de los precios no pase de ser una molestia. Pero para los pobres del mundo, que dedican a comer el 70% de su magro presupuesto, es una amenaza existencial.
      Desde junio del año pasado, 44 millones de personas han caído bajo el umbral de la pobreza solo a causa del incremento de los precios de los alimentos, según el Banco Mundial. Son personas que tienen que sobrevivir con menos de 1,25 dólares diarios. Hay más de mil millones de personas que sufren desnutrición en el mundo. La actual hambruna del Cuerno de África tampoco es consecuencia exclusiva de la sequía, la guerra civil o las élites corruptas, sino de los elevados precios de los alimentos.
      "Efectos colaterales no deseados del mercado": así describe Knuckman el hecho de que los más pobres entre los pobres no puedan permitirse comer. Halima Abubakar, de 25 años, padece ese efecto colateral en sus propias carnes.
      Hablamos con la keniana en su chabola de Kibera, el poblado marginal más grande de la capital, Nairobi. Abubakar se pregunta qué pondrá en la mesa a su marido y a sus dos hijos esta noche. Hasta hace poco, los Abubakar estaban entre los que mejor iban tirando en su misérrimo entorno. Con un salario de 150 euros como guardia en una prisión, el marido de Halima podía alimentar pasablemente a su familia.
      Pero ahora, de repente, todo se ha hecho más difícil: la harina de maíz, piedra angular de la nutrición en Kenia, se ha encarecido en un 100% en los últimos cinco meses. Un récord. Pero el precio de las patatas ha subido un tercio, el de la leche aún más y de las verduras, para qué hablar.
      "Cada vez sufre más la gente pobre y más gente puede caer en la pobreza por el alza y la fluctuación de los precios alimentarios", afirma Robert Zoellick, presidente del Banco Mundial. En congresos, conferencias y reuniones se repiten, como en un rosario, las supuestas razones de la explosión de los precios, entre otras, el cambio climático y las sequías e inundaciones que conlleva; la creciente proporción de tierras de cultivo dedicadas a los biocombustibles; la mejoría en la alimentación de los países emergentes y su mayor consumo de carne; o el aumento de la población mundial, que crece más deprisa que la producción agraria.
      Todos estos factores parecen lógicos y evidentes, y sin duda contribuyen a las tensiones en los precios. Pero no son su causa.
      Oliver de Schutter, redactor de un informe de la ONU sobre el derecho a la alimentación, echa por tierra algunos mitos: "El apoyo a los biocombustibles, así como otros aspectos relacionados con la oferta [como las malas cosechas o la suspensión de exportaciones] son factores de una importancia relativamente secundaria, pero en el tenso y desesperado estado de las finanzas mundiales desencadenan una gigantesca burbuja especulativa". En su informe señala como culpables a grandes inversores que, dada la sequía en los mercados financieros, se han pasado en masa al comercio de materias primas, distorsionando los precios más allá de toda proporción. Los excesos especulativos son, según Schutter, la causa primordial del encarecimiento.
      De hecho, las razones que se aducen una y otra vez para la explosión de los precios no resisten un examen detenido. Como es natural, los cultivos para biocombustibles demandan cada vez más tierras, pero hasta ahora solo constituyen el 6% de la cosecha mundial de cereales. Según el Banco Mundial, el impacto de los biocombustibles es considerablemente inferior a lo que se pensaba.
      Lo mismo puede decirse del mayor consumo de carne en los países emergentes. Según el Instituto para la Investigación de la Política Alimentaria de Washington (IFPRI, por sus siglas en inglés), países como China, India o Indonesia han cubierto el incremento de su demanda sin recurrir de forma significativa al mercado internacional. "Carecemos de cualquier prueba que apunte al supuesto impacto en los precios mundiales de la demanda de los países emergentes", asegura el Banco Mundial en un informe.
      Respecto al cambio climático, que sin duda ha inducido un recorte en la producción, hay que apuntar que esta sigue superando al consumo.
      Sin embargo, la histeria que rodea la supuesta emergencia alimentaria probablemente sí forme parte de una estudiada estrategia de inversión. Al fin y al cabo, cada burbuja financiera se apoya en un guion: en el caso de la burbuja de Internet, lo que hizo que la gente perdiera el sentido común fue la historia de la Nueva Economía. En el de las hipotecas bancarias, el cuento de que los bienes inmuebles jamás perderían su valor. Ahora, con la burbuja alimentaria, es el temor a la supuesta carestía futura de los alimentos, algo que todos necesitamos.
      El que la comida haya mutado en objeto de especulación en Wall Street tiene sobre todo que ver con un cambio fundamental que describe la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés): la reciente metamorfosis del mercado de productos alimentarios en un mercado financiero.
      Heiner Flassbeck, economista jefe de UNCTAD, se ocupa desde hace tiempo de este asunto. Tras el desplome financiero de 2008 empezó a seguir la evolución del mercado de monedas, materias primas, deuda pública y acciones. Las curvas mostraban un sorprendente parecido. Flassbeck constituyó un grupo para investigar el fenómeno, que aportó unos resultados explosivos: el mercado de materias primas no funciona; en todo caso, no funciona como, según los modelos económicos, lo hace un mercado, en el que los precios se forman a través de la oferta y la demanda. En el informe publicado por el equipo de Flassbeck, las actividades de los actores financieros "empujan los precios de las materias primas mucho más allá de los niveles que justificarían los datos fundamentales del mercado".
      Así se produce una distorsión masiva de los precios. Estos se forman no bajo la influencia de factores reales, sino bajo la de las expectativas económicas. La mayoría de los inversores que se lanzan hoy al mercado de materias primas no tiene la menor idea sobre la materia. "Quieren diversificar su cartera, subirse a un mercado en crecimiento o, sencillamente, hacer lo que todos los demás están haciendo", afirma el informe de la UNCTAD.
      ¿Pero a qué se debe que fondos de alto riesgo y bancos de inversión influyan en lo que vale el pan en Túnez, la harina en Kenia o el maíz en México? ¿Por qué se decide en parte en las Bolsas de Chicago, Nueva York o Londres cuánta gente va a pasar hambre?
      La culpa la tiene una mutación trascendental de los mercados que ha pasado inadvertida durante varios años. Al lado del mercado tradicional, en el que los precios eran el resultado del juego de la oferta y la demanda, ha ido surgiendo un mercado de futuros financieros negociables en Bolsa. Para asegurarse frente a las fluctuaciones de precios, los productores vendían de antemano sus cosechas a un precio fijado. Cuando vencía el contrato a futuro y se suministraba la mercancía, si el precio en ese momento era más bajo que el prefijado, se beneficiaba el agricultor; en caso contrario, el poseedor del contrato de futuros. Con esa operación todos ganaban: los productores limitaban sus riesgos, quienes negociaban los futuros proveían de liquidez al mercado, y los consumidores veían cubierta su demanda.
      En este mercado podían participar sobre todo actores directamente implicados en la industria agroalimentaria. Los bancos tenían en él un papel pequeño; era una especie de negocio a crédito, y funcionó bien y de forma estable durante décadas. Hasta que fue descubierto por la industria financiera.
      El truco es que los especuladores nunca convierten los futuros en auténticas mercancías. Por ejemplo, los fondos venden contratos a 70 días poco antes del plazo de vencimiento y reinvierten el dinero fresco en nuevos futuros financieros. El sistema se convierte en un carrusel perpetuo sin que los inversores tengan jamás contacto con los auténticos precios de mercado. No importa, argumentan quienes dudan que los especuladores sean responsables del alza continua de los precios de las materias primas: en el mercado real siguen vigentes las reglas de la oferta y la demanda, que reequilibrarán las cosas con independencia de lo que ocurra en el mercado de futuros.
      Error. De hecho, los precios de los futuros repercuten sobre los auténticos precios de mercado, como descubrió el responsable del Departamento de Mercados y Comercio del IFPRI, Máximo Torero. Cuando puso bajo la lupa los mercados del maíz, la soja y el trigo, constató que, en la mayoría de los casos, los precios reales seguían los precios de los futuros. El supuesto futuro transforma el presente; a su vez, las expectativas de mayores ganancias venideras animan al acaparamiento a quienes aún poseen mercancías reales, lo que a su vez vuelve a empujar al alza los precios. Así, la entrada de las finanzas ha desequilibrado por completo el mercado alimentario, tan predecible en otros tiempos. Según la FAO, solo el 2% de los contratos de futuros sobre materias primas acaban en un suministro real de las mercancías. El 98% restante se vende de antemano por especuladores que están interesados en la ganancia rápida y no en 1.000 mitades de cerdo. Hablamos de jugadores como Goldman Sachs, que en 2009 ganó más de 5.000 millones especulando en materias primas, lo que supuso más de un tercio de sus beneficios netos.
      "Para restablecer el funcionamiento normal de los mercados de materias primas se requiere una rápida actuación política mundial", escribe UNCTAD, que exige más transparencia en estos mercados y reglas más estrictas para sus participantes. Los inversores, por su parte, no consideran parte de su tarea producir alimentos a precios asequibles. Su trabajo es convertir mucho dinero en mucho más dinero. Quien preste oídos a su asesor financiero cuando este le diga que invertir en fondos de materias primas sirve para garantizar la nutrición mundial, en el futuro debería tener clara al menos una cosa: esas inversiones forman parte del problema, no de la solución. -
      © Der Spiegel Traducción de Jesús Albores

      miércoles, 7 de septiembre de 2011

      Un artículo de otro lugar: Dos Guatemalas acuden a las urnas a elegir su presidente

      Como siempre, mi alter y yo tenemos poco tiempo o poco cuidado al continuar las escrituras para este espacio. Sin embargo eso no significa que no se piense en colocar cosas aquí, traer temas nuevos o los mismos desde la mirada de un insecto. Quizá se ha sido negligente con el blog por joven o por no haber tomado la seriedad de lo que significa...

      Una vez dicho lo anterior quería traer a colación uno de los artículos publicados en el periódico La Nación de Costa Rica. Este es sobre Guatemala. Para mí, Centroamérica es uno de los espacios más significativos de América Latina: las disparidades, las posibilidades, los colores, las riquezas, las carencias, la violencia, la  tranquilidad, las armas, los niños en la calle y en las escuelas y siga el recuento. Esta zona geográfica es un puente entre el sur y el norte de las américas; está conformada por países con historias convulsas, tomadas por políticos de tan poca monta como poetas de profundidad absoluta con héroes y heroínas como los hay en todos los sitios de este mundo. 

      Guatemala duele entonces, así como huele, se saborea y se vive. Es así como no se ha colocado nada por aquí sobre las próximas elecciones que vienen, se ha decidido tomar prestado un artículo del periódico mencionado, este no es un análisis del mundo de los contendientes o de su posición; el mismo trata de las dos caras de una vida cotidiana en un país. 


      Que lo disfruten,
      hj para Mirada Mundial, Mirada de Insecto
      Foto del sitio Guatemala 360


      JUAN FERNANDO LARA S. jlara@nacion.com 

      Dos ‘Guatemalas’ acuden a las urnas a elegir a su presidente

      Pobreza golpea a mayoría de población donde la riqueza la concentran pocos

      Holgura material en barrios finos de la capital contrasta con zonas pobres al norte

      Ciudad de Guatemala. Guatemala es el país de las grandes marcas. Las principales, las de cadenas de comida rápida, bancos mundiales y vehículos lujosos, se ven en sitios como Zona 10, en la capital.
      Otras marcas, las que dejan la pobreza y la exclusión, se aprecian al norte de la capital, en las ‘zonas rojas’, o por el centro histórico de la ciudad, donde es común ver mujeres indígenas con un bebé a la espalda pedir limosna a los conductores en los semáforos.
      Un paseo por los barrios de lujo, seguido de otro en áreas alejadas del centro, evidencia los estilos de vida contrastantes de una nación convocada a elegir a su próximo presidente el domingo.
      En barrios como Oakland, en Zona 10, la gente se mueve en carros lujosos y brillantes, entre torres de apartamentos y casas vigiladas por guardas de seguridad que portan escopetas cortas y pistolas de calibre 9 milímetros.
      En cambio, en el área del puente de Belice, en Zona 6, las láminas oxidadas de los techos se sostienen con ayuda de piedras y la gente, para trasladarse, se apretuja en viejos autobuses Blue Bird que aún circulan por esta urbe.
      “Aquí se trabaja para una cúpula. Dice la prensa que el PIB aumenta cada año. Cualquiera que ve eso cree que Guatemala está muy bien, pero todo lo canaliza un sector. A los políticos no les interesa el bienestar social”, afirmó Luis Vásquez Elías, agente de la Policía Nacional Civil. Las cifras apoyan su reclamo.
      Reparto de la riqueza. Una mirada a la evolución del ingreso familiar muestra que, 15 años después de la firma de los Acuerdos de Paz, hoy la quinta parte de la población más rica disfruta del 60% de la riqueza generada en el país, mientras la quinta parte más pobre subsiste del 3%. Es el mismo balance de 1996.
      “El negocio ha bajado mucho; todo está muy caro, solo tenemos para medio comer y algo de ropa. Lo que me queda es una miseria. Bendito Dios que como mis frijolitos tres veces al día”, afirma Clara Ortiz, quien vende golosinas en el Parque Central en Zona 1.
      Allí, junto a ella, limpiabotas y vendedores de discos con películas y música intentan ganarse la vida en un país donde 80% de la economía es informal y, de 5,5 millones de personas que conforman la población económica activa con algún tipo trabajo, los subempleados suman 3,4 millones (62% del total).
      “Aquí el problema es el empleo, por eso estamos como estamos; a muchos padres y madres no les queda otra opción que ser delincuentes. ¡Ya le vale 20 a la gente si cualquier cabrón les ofrece algo más para vender droga; se tiran al agua por la necesidad!”, se quejó Alejandro Alvarado Xuyá, un taxista de la ciudad y padre de tres hijos. La pobreza en la calle se nota también en hombres y mujeres, sobre todo indígenas, curtidos por el trabajo y evidente bajo peso.
      En Guatemala, 49% de los niños menores de cinco años sufren algún grado de desnutrición, revelan los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística.
      “Esto es Sudáfrica, es como un apartheid. ¿Ya viste cuántos son indígenas? Te puedo asegurar que no son ni menos inteligentes ni menos talentosos que nadie, y sin embargo, en la dirigencia empresarial del país nunca verás uno”, explicó Luis Fernando Carrera, economista y analista local y también director ejecutivo de la Fundación Soros Guatemala.
      Exclusión política. Carrera explicó que la inequidad y exclusión están tan arraigadas que, hasta hace solo 30 o 40 años, dar educación, salud o agua potable a la población indígena era “una idea propia de un subversivo político o un comunista”.
      Nineth Montenegro, diputada del Partido Encuentro por Guatemala y defensora de derechos humanos, admitió que, en comparación con la situación de década de los años 80, durante la guerra civil, la pobreza actual es casi la misma porque el crecimiento económico “no ha sido derramado”.
      “En otros países del área no existe esa cantidad de ricos que hay en Guatemala. Te vas a la zona rural, ves niños de 10 años ya con las manos curtidas de trabajo y las ropas ya rotas; mujeres con hasta nueve bebés y niñas de 13 años ya embarazadas”, lamentó Montenegro.
      Sin embargo, la discusión de fondo de estos problemas y las posibles soluciones “están ausentes de la campaña electoral”, sostiene Alberto Brunori, representante en Guatemala de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
      “Eso es lo sorprendente de Guatemala: ¿quién representa a las minorías; es decir, a la gran mayoría compuesta por los pueblos indígenas?”, se preguntó Brunori.