Como siempre, mi alter y yo tenemos poco tiempo o poco cuidado al continuar las escrituras para este espacio. Sin embargo eso no significa que no se piense en colocar cosas aquí, traer temas nuevos o los mismos desde la mirada de un insecto. Quizá se ha sido negligente con el blog por joven o por no haber tomado la seriedad de lo que significa...
Una vez dicho lo anterior quería traer a colación uno de los artículos publicados en el periódico La Nación de Costa Rica. Este es sobre Guatemala. Para mí, Centroamérica es uno de los espacios más significativos de América Latina: las disparidades, las posibilidades, los colores, las riquezas, las carencias, la violencia, la tranquilidad, las armas, los niños en la calle y en las escuelas y siga el recuento. Esta zona geográfica es un puente entre el sur y el norte de las américas; está conformada por países con historias convulsas, tomadas por políticos de tan poca monta como poetas de profundidad absoluta con héroes y heroínas como los hay en todos los sitios de este mundo.
Guatemala duele entonces, así como huele, se saborea y se vive. Es así como no se ha colocado nada por aquí sobre las próximas elecciones que vienen, se ha decidido tomar prestado un artículo del periódico mencionado, este no es un análisis del mundo de los contendientes o de su posición; el mismo trata de las dos caras de una vida cotidiana en un país.
Que lo disfruten,
hj para Mirada Mundial, Mirada de Insecto
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Foto del sitio Guatemala 360 |
JUAN FERNANDO LARA S. jlara@nacion.com
Dos ‘Guatemalas’ acuden a las urnas a elegir a su presidente
Pobreza golpea a mayoría de población donde la riqueza la concentran pocos
Holgura material en barrios finos de la capital contrasta con zonas pobres al norte
Ciudad de Guatemala. Guatemala es el país de las grandes marcas. Las principales, las de cadenas de comida rápida, bancos mundiales y vehículos lujosos, se ven en sitios como Zona 10, en la capital.Otras marcas, las que dejan la pobreza y la exclusión, se aprecian al norte de la capital, en las ‘zonas rojas’, o por el centro histórico de la ciudad, donde es común ver mujeres indígenas con un bebé a la espalda pedir limosna a los conductores en los semáforos.
Un paseo por los barrios de lujo, seguido de otro en áreas alejadas del centro, evidencia los estilos de vida contrastantes de una nación convocada a elegir a su próximo presidente el domingo.
En barrios como Oakland, en Zona 10, la gente se mueve en carros lujosos y brillantes, entre torres de apartamentos y casas vigiladas por guardas de seguridad que portan escopetas cortas y pistolas de calibre 9 milímetros.
En cambio, en el área del puente de Belice, en Zona 6, las láminas oxidadas de los techos se sostienen con ayuda de piedras y la gente, para trasladarse, se apretuja en viejos autobuses Blue Bird que aún circulan por esta urbe.
“Aquí se trabaja para una cúpula. Dice la prensa que el PIB aumenta cada año. Cualquiera que ve eso cree que Guatemala está muy bien, pero todo lo canaliza un sector. A los políticos no les interesa el bienestar social”, afirmó Luis Vásquez Elías, agente de la Policía Nacional Civil. Las cifras apoyan su reclamo.
Reparto de la riqueza. Una mirada a la evolución del ingreso familiar muestra que, 15 años después de la firma de los Acuerdos de Paz, hoy la quinta parte de la población más rica disfruta del 60% de la riqueza generada en el país, mientras la quinta parte más pobre subsiste del 3%. Es el mismo balance de 1996.
“El negocio ha bajado mucho; todo está muy caro, solo tenemos para medio comer y algo de ropa. Lo que me queda es una miseria. Bendito Dios que como mis frijolitos tres veces al día”, afirma Clara Ortiz, quien vende golosinas en el Parque Central en Zona 1.
Allí, junto a ella, limpiabotas y vendedores de discos con películas y música intentan ganarse la vida en un país donde 80% de la economía es informal y, de 5,5 millones de personas que conforman la población económica activa con algún tipo trabajo, los subempleados suman 3,4 millones (62% del total).
“Aquí el problema es el empleo, por eso estamos como estamos; a muchos padres y madres no les queda otra opción que ser delincuentes. ¡Ya le vale 20 a la gente si cualquier cabrón les ofrece algo más para vender droga; se tiran al agua por la necesidad!”, se quejó Alejandro Alvarado Xuyá, un taxista de la ciudad y padre de tres hijos. La pobreza en la calle se nota también en hombres y mujeres, sobre todo indígenas, curtidos por el trabajo y evidente bajo peso.
En Guatemala, 49% de los niños menores de cinco años sufren algún grado de desnutrición, revelan los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística.
“Esto es Sudáfrica, es como un apartheid. ¿Ya viste cuántos son indígenas? Te puedo asegurar que no son ni menos inteligentes ni menos talentosos que nadie, y sin embargo, en la dirigencia empresarial del país nunca verás uno”, explicó Luis Fernando Carrera, economista y analista local y también director ejecutivo de la Fundación Soros Guatemala.
Exclusión política. Carrera explicó que la inequidad y exclusión están tan arraigadas que, hasta hace solo 30 o 40 años, dar educación, salud o agua potable a la población indígena era “una idea propia de un subversivo político o un comunista”.
Nineth Montenegro, diputada del Partido Encuentro por Guatemala y defensora de derechos humanos, admitió que, en comparación con la situación de década de los años 80, durante la guerra civil, la pobreza actual es casi la misma porque el crecimiento económico “no ha sido derramado”.
“En otros países del área no existe esa cantidad de ricos que hay en Guatemala. Te vas a la zona rural, ves niños de 10 años ya con las manos curtidas de trabajo y las ropas ya rotas; mujeres con hasta nueve bebés y niñas de 13 años ya embarazadas”, lamentó Montenegro.
Sin embargo, la discusión de fondo de estos problemas y las posibles soluciones “están ausentes de la campaña electoral”, sostiene Alberto Brunori, representante en Guatemala de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
“Eso es lo sorprendente de Guatemala: ¿quién representa a las minorías; es decir, a la gran mayoría compuesta por los pueblos indígenas?”, se preguntó Brunori.
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