La esperanza, la lucha, el intento y sus acompañantes se esconden en los lugares más inhóspitos. Hoy asistimos todos de manera diferente y con distancias dispares al rescate de los mineros chilenos.
Al iniciar la madrugada del miércoles 13 de octubre, treinta y tres hombres verán de manera paulatina la tierra por sobre sus raíces y no bajo estas como han pasado los últimos 69 días y 625 metros en dirección a la luz. Deberán ellos tomar medidas pues el "viaje de regreso presupone otras contingencias. Se les pueden tapar los oídos, tener una caída en la presión arterial, para lo cual van a estar preparados con sobrehidratación... Los 33 de Atacama utilizarán trajes con dos capas protectoras para reducir la humedad, mantener el calor corporal y otorgar movilidad. Usarán vendas elásticas en las extremidades inferiores, una faja abdominal para privilegiar el flujo sanguíneo hacia el corazón, los pulmones, el cerebro y prevenir, de esta manera, que una caída en la presión los desmaye. La ropa interior ha sido confeccionada con fibra de cobre, por sus propiedades bactericidas."
Sin embargo allí comienza la historia de esta etapa de vida, pues significará:
-narrar mil veces y más la historia hasta masticarla, superarla (si pudieran), mitificarla y sobrevivirla.
-esperar para ver la luz.
-dejar de despertar con miedos de una nueva caída.
-no temer si vuelven a entrar en un confinado.
-dar por terminada e inicia da una vida.
-atenuar el miedo, rescatar el sueño.
-abrazar, esperar, beber, comer, sexar, llorar, vivir, pensar, recordar, continuar... Les hace falta un gran trecho a estos hombres que ya nunca más, como todos lo sabemos, serán los mismos.
Fotografía del Diario de Navarra
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